La viñeta es cada vez más frecuente en los consultorios de obstetricia tanto de la salud pública como de la seguridad social. Si bien no trabajo en el ámbito público, mis colegas que sí lo hacen, con frecuencia, me mencionan el pedido de una cesárea electiva por parte de algunas mujeres habida cuenta de la falta de analgesia peridural en ese medio y por miedo al dolor. Entiendo que aun a pedido, no siempre el medio público puede satisfacer sus deseos y valores. Dado que una ley no es un tratado de obstetricia o neonatología en cuanto a la recepción del recién nacido, se interpreta que la mujer no sabe los riesgos o beneficios de sus pedidos, por lo que, en honor a la autonomía, el trabajo médico debe ser el de favorecer los elementos para que los pedidos sean no solo emocionales sino fundamentados en la evidencia existente que hoy no es para nada abundante.

En 2024, el Dr. Vincenzo Berghella2 y cols. publicaron una perspectiva clínica en el American Journal of Obstetrics & Gynecology sobre parto vaginal versus cesárea planificada en embarazos nulíparos, a término, de feto único y en presentación cefálica. Varios metanálisis y revisiones sistemáticas han demostrado que la cesárea planificada, en comparación con el parto vaginal, se asocia a mejores resultados neonatales, incluyendo menor tasa de traumatismo al nacer, alimentación por sonda e hipotonía. Entre los embarazos únicos, la cesárea planificada se asocia a tasas significativamente menores de muerte perinatal, y, entre las madres, a menor corioamnionitis e incontinencia urinaria. Si bien existen varios riesgos asociados a múltiples cesáreas, como los trastornos por acretismo placentario, la tasa de fertilidad total está disminuyendo en el mundo. Dado que muchas personas ahora planean tener solo uno o dos hijos, el riesgo de estos trastornos adherenciales u otras complicaciones asociadas a múltiples cesáreas disminuye.

El obstetra se niega mencionando que la operación cesárea en este escenario sería “innecesaria”. Entiendo que esta actitud podría encuadrarse dentro de la objeción de conciencia. Sin embargo, al día de hoy, la cantidad de estos pedidos. Una vez más las diferencias sociales en medicina y en salud pública se hacen visibles. A partir de esta parte de la viñeta se genera un debate acerca de si la mujer puede elegir la forma de terminación de su embarazo. Por un lado existe una respuesta afirmativa, incluso con fuerza de la Ley 259291 (Ley de parto respetado) donde se expresa que las mujeres pueden elegir una cesárea electiva o elaborar un plan de parto según cesáreas que se efectúan es tal que impresiona demasiado fundamentalista y fuera de contexto a la luz de los datos que ofrece la literatura. En todo caso, lo que cabe en estas situaciones es preguntar cuál es el número de hijos que planea tener una mujer en el futuro. Si el tamaño familiar se imagina con una cantidad superior a los dos hijos, se deberá explicar el aumento de riesgo con el número de cesáreas en la posibilidad que se tenga que enfrentar a un trastorno adherencial de la placenta. El cambio de época en la forma de terminación de un embarazo ha sido una discusión que he escuchado desde hace 50 años. Entiendo que, para uno o dos hijos, una cesárea electiva es una segura manera de nacer. En todo caso, dado que lo que está en juego es la vida y el porvenir de una persona en el futuro, si se intenta un parto cuanto menos tengamos que demostrar nuestras habilidades obstétricas, tanto mejor. Se suele decir que el nacimiento es el momento más peligroso en la vida de una persona hasta los 18 años.