INTRODUCCIÓN


La subrepresentación de las mujeres en la ciencia es un fenómeno que tiene raíces profundas en factores históricos, culturales, sociales y políticos. Según datos de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), las mujeres constituyen solo el 12% de los miembros de las academias científicas nacionales, a pesar de representar el 33,3% de todos los investigadores en el mundo. Las mujeres científicas suelen recibir becas de investigación más modestas que sus colegas masculinos y, a menudo, enfrentan barreras tanto explícitas como implícitas para acceder a cargos de liderazgo y visibilidad en la producción científica. Esta disparidad refleja una tendencia histórica de exclusión y subvaloración del trabajo de las mujeres en la ciencia1.

En los cambios culturales hacia la igualdad y justicia, un primer paso es la representación de lo reprimido para que pueda expresarse, proceso que lleva tiempo y requiere primero reconocerse en la diferencia para luego aportar ese valor diferencial al conjunto. Es por eso que la UNESCO, en el año 2015, instituyó el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, celebrado cada 11 de febrero, “para reflexionar sobre el rol de las mujeres en la ciencia”. Ese día busca visibilizar las contribuciones de las mujeres en el campo científico y tecnológico, reconociendo el importante papel que desempeñan en la sociedad.



DESARROLLO


Reflexiones sobre el poder de las mujeres en la ciencia


La efeméride del Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, si bien parece (y debe ser) bien intencionada, no deja de llamar la atención que incluya en su enunciado simultáneamente a las “mujeres” (adultas) y a las (mujeres) “niñas”.

Ese mismo día se conmemora también el “Día Mundial de la Mujer Médica”, el 23 de junio se celebra el “Día Internacional de la Mujer en la Ingeniería”, el 15 de octubre el “Día Internacional de las Mujeres Rurales” y así para muchas otras actividades en donde no vemos mención a la “niña”. Cabe preguntarse entonces, por qué la inclusión de ambas categorías de mujer en la efeméride relativa al campo de la ciencia. ¿Reviste algún otro significado más allá de la intención explicitada de “promover las perspectivas de carrera de las mujeres en la ciencia” (UNESCO, 2015)? En una primera aproximación, es posible proponer que el efecto de sentido de esta coexistencia es la emergencia de una única categoría tácita, donde a mujeres y niñas se las posiciona en el mismo nivel. Es decir, el enunciado además de invitar a promover la inclusión del género femenino en la ciencia, lo hace como si las diferencias de edades no merecieran consideraciones específicas, lo cual no deja de ser llamativo teniendo en cuenta los años de formación que cualquier persona requiere, independientemente de su género, para participar de la actividad científica. Y si no es posible nivelarlas en tanto experiencia, ¿cuál sería la condición que habilita que se las esté igualando? Mientras que, en su gran mayoría las relaciones entre adultos, adultas, niños y niñas se encuentran atravesadas por asimetrías de posición, es en el ámbito de lo informal, de las emociones, del juego y del disfrute donde se encuentran en posiciones simétricas, justamente en un espacio social alternativo (por no decir opuesto) al mundo del trabajo. Es decir, un enunciado que denota que mujeres y niñas estarían al mismo nivel, en términos de participación y poder, en lugares alternativos y secundarios en la ciencia.

Siguiendo la conceptualización del sociólogo Mauro Porto, proponemos que esta efeméride sea analizada como un “espejo de los patrones de representación que emergen desde la mirada tradicional”2, donde la no diferencia entre mujer adulta y niña permitiría reflejar que hay otro grupo con “privilegios establecidos”, que es el grupo que domina el campo de la ciencia. Bourdieu, analiza el mundo académico como un campo social donde se reflejan y reproducen las jerarquías y dinámicas de poder3,4. Desde una práctica sociológica desnaturalizadora, es decir, que discuta el sentido común meritocrático preestablecido del orden social, es necesario reflexionar en qué medida esta efeméride puede ser interpretada como una representación simbólica que establece el poder en el campo de la ciencia. El ingreso de la mujer en el campo de la ciencia es habilitado en una posición bourdiana de actor de juego que no modifique el orden social establecido en el campo, una posición en la que las mujeres jugarán, de una determinada forma, una forma infantilizada. De esta manera, la mujer quedaría situada en un rol subordinado, con poca capacidad decisional. Porto incluso va más allá y sugiere que tales “espejos” expresan el miedo a que el nuevo actor social desplace a quien domina el campo2. Este miedo, a la pérdida del lugar dominante en el campo, podría explicar los recientes retrocesos, en términos de derechos adquiridos de las mujeres que se expresan en discursos y acciones políticas, de diversos mandatarios mundiales que desacreditan el valor de la UNESCO y de otros organismos supraestatales.

Simone de Beauvoir, en su obra seminal El segundo sexo, plantea la necesidad de un “nuevo pacto social de la mujer con la sociedad contemporánea”, en el que se redefinan los roles de las mujeres en los ámbitos públicos, incluido el campo de la ciencia5. Este nuevo pacto requiere reconocer la capacidad de las mujeres para ser líderes, creadoras de conocimiento y agentes de cambio en la ciencia, sin la limitación de los roles tradicionales que les han sido históricamente asignados.

La limitación del potencial de las mujeres en el campo de la ciencia de acuerdo con los aportes de Galtung, debe considerarse como una de las tantas expresiones de la violencia sistémica. Se considera que la violencia está presente cuando el potencial, tanto de un individuo como de una comunidad, se encuentra limitado6. Cuando la 5 violencia es estructural no se la percibe fácilmente, actúa desde las interacciones sociales que la reproducen ‒instrumentaliza al individuo y burocratiza instituciones‒. Sin embargo, la violencia es desplazable si en dichas interacciones sociales se habilita la participación7 y para esto son las instituciones quienes deben generar las condiciones de aprendizaje colectivo y reflexivo, de modo tal que el sujeto pueda subjetivarse y ser consciente de su rol social transformador en lugar de reproducir una polaridad antinómica con pretensión de dominar lo que se contrapone8.

Es decir, la participación en paridad de las mujeres en espacios decisionales requiere utilizar el poder en su concepción de potencia y no de dominación de las relaciones9. Este poder es referido de cooperación y “autopoiético” por Perlo10. Esa concepción de potencia sin dominación del poder encuentra su rumbo al buscar un antónimo de violencia en los diccionarios: afabilidad, respeto, ternura, mesura, amabilidad, moderación, comedimiento, contención, cordialidad, freno, naturalidad, convivencia y suavidad; muchas características que comienzan a expresarse si se habilita la participación heterárquica de las personas.



Nuevo enfoque de investigación y liderazgo femenino


En la bibliografía se menciona que las mujeres traen nuevas cualidades para enriquecer el campo de la ciencia11. Dentro de las analizadas se destaca su capacidad para integrar la diversidad de enfoques, es decir la facilidad de abordar los problemas científicos desde ángulos distintos, lo cual es esencial para el desarrollo de teorías y tecnologías más inclusivas y efectivas. Además, las investigadoras suelen mostrar un mayor compromiso con temas de equidad y justicia social, lo que puede influir en la selección de las áreas de investigación y en la aplicación de los resultados. Este enfoque es particularmente relevante en campos como la salud pública, donde las desigualdades sociales y las inequidades en salud, cada vez más naturalizadas, se perpetúan en los discursos de los líderes globales. La perspectiva crítica de las mujeres en la ciencia cuestiona y desafía estas narrativas, abriendo nuevas posibilidades para abordar las problemáticas sociales en salud desde una visión más inclusiva y transformadora. Otro aspecto positivo es la tendencia de las mujeres a favorecer un estilo de liderazgo colaborativo, que fomenta el trabajo en equipo y la integración de diversas disciplinas. Este enfoque es esencial en la investigación científica actual, que demanda equipos multidisciplinarios para abordar los desafíos más complejos.



La realidad en nuestro ámbito hospitalario y universitario


En el contexto del Hospital Italiano de Buenos Aires (HIBA) se observa una evolución favorable en la participación de las mujeres en la investigación científica. Actualmente las investigadoras principales conforman el 58% del total del registro de investigadores de la Secretaría de Investigación. Este porcentaje, si bien es alto, resulta inferior al 66% de mujeres que posee la institución, al 64% si solo comparamos con mujeres médicas y al 81% si comparamos con enfermería (Fuente de datos propia: Registro Institucional de Investigadores HIBA).

En el trabajo “Enfoque de género en las residencias médicas de un hospital universitario” realizado en nuestro hospital durante 2015-2017, su autora, Vanina Pagotto, refiere que ‒si bien se observa un proceso de feminización de la profesión médica‒ el acceso masivo de las mujeres se asocia a nuevas desigualdades de género, denominadas segregación horizontal y vertical. La segregación horizontal se manifiesta en la desigual distribución de hombres y mujeres en ciertas especialidades médicas, y la segregación vertical, en la escasa representación de las mujeres en los altos cargos profesionales. Ambos indicadores estuvieron presentes en el proceso de ingreso en las residencias médicas del HIBA durante el período analizado12.

En nuestra institución actualmente podemos observar que las mujeres participan en todos los campos de la investigación: en básica, clínica, poblacional, traslacional, en humanidades y educación. Al analizar si en ella están presentes las cualidades que en la bibliografía se le atribuyen con mayor expresión a las mujeres, vemos que estas se encuentran impulsadas en áreas lideradas por mujeres (Áreas de la Secretaría de Investigación de la Universidad, de varias de las Áreas de investigación del Hospital y de grupos de investigación del Instituto de Medicina Traslacional e Ingeniería Biomédica [IMTIB]):

  1. Abordar la investigación en salud ambiental y en sostenibilidad13, en perspectiva de género y de diversidad14, sobre poblaciones vulnerables15,16, entre otras líneas de expresión de cuidado de la salud.
  2. Acompañar el desarrollo de nuevas metodologías de investigación17.
  3. Generar transversalidad entre servicios18.
  4. Facilitar grupos multidisciplinarios19.
  5. Mejorar entornos de aprendizaje en la conformación de identidades profesionales20.

Es por lo tanto esperable que la institución se enriquezca con investigaciones que incluyen la visión más integral de la mujer, que contempla a los determinantes sociales, económicos, políticos y ambientales no sólo para comprender la enfermedad y cómo gestionar un sistema de salud, sino también en cómo innovar oportunidades que la sociedad valore por generar salud.



Mujeres pioneras en la investigación del hospital: Una visión con sesgos

Entrevista con el Dr. Luis J. Catoggio


Pero el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia debe ser una ocasión para celebrar los logros de las mujeres en este campo y, para eso, quien lo hace es el Dr. Luis J. Catoggio, a través de su entrevista subtitulada por él mismo como “una visión con sesgos”.

Catoggio comenzó su residencia en Clínica Médica en el Hospital Italiano de Buenos Aires en 1975 y, ni bien comienza la entrevista, menciona su asombro por la cantidad de mujeres en roles clave dentro de la institución, particularmente en los servicios clínicos en aquella época. Su relato pone énfasis en cómo, a lo largo de los años, las mujeres han influido de manera decisiva en la estructura de la investigación médica y el desarrollo de diversas áreas de nuestra institución.

Desde sus primeros años recuerda a varias mujeres que desempeñaron un papel fundamental en la investigación y en la creación de nuevas secciones dentro del hospital. La Dra. Victoria Goldberg, jefa de Endocrinología, fue una de las primeras en destacarse, liderando un equipo con figuras influyentes como Günther Fromm y Raúl Gutman. Además, menciona a la Dra. Gerda Meier, jefa de Hemoterapia, y Elsa Nucifora, quien sucedió al Dr. Alfredo Precerutti en Hematología, como figuras clave que ayudaron a crear los cimientos de una investigación y educación más estructurada en la institución.

Otras mujeres notables fueron Liliana Clara, de quien recuerda que, tras su formación en el Mount Sinai de Nueva York, fundó la Sección de Infectología “y logró, con mucho esfuerzo, centralizar de alguna manera el manejo de infecciones hospitalarias, con no poca oposición, especialmente por los departamentos quirúrgicos de aquellos tiempos”. Guadalupe Pallotta, otra figura importante, desarrolló la Sección de Oncología, que alcanzó reconocimiento nacional e internacional por las investigaciones con ensayos clínicos. La Dra. Alicia de la Canal también desempeñó un papel decisivo en Neumonología, introduciendo técnicas invasivas que transformaron la especialidad.

El Dr. Catoggio también menciona cómo la investigación comenzó a cobrar mayor importancia dentro del hospital, sobre todo a partir de la creación del Comité de Investigación en 1981, bajo la dirección de Raúl Gutman y destaca la figura de Norma Hernández, quien fue la primera mujer en formar parte del Comité. También recuerda a Titania Pasqualini, a Karin Kopitowski, y a otras mujeres que fundaron el comité, contribuyendo a la implementación de normativas internacionales en investigación.

A medida que el hospital fue evolucionando, la creación del Instituto Universitario, que luego se transformó en Universidad, y el crecimiento del IMTIB (Instituto de Medicina Traslacional y Biotecnología), marcaron el avance de la institución con la inclusión de gran cantidad de mujeres científicas.



La importancia de recordar y construir memoria histórica


A lo largo de su relato, Catoggio subraya la importancia de reconocer las contribuciones de estas mujeres que, a pesar de sus significativas influencias, a menudo son invisibilizadas en la memoria institucional, y reflexiona sobre la importancia de recordar la historia del hospital, resaltando que los avances no ocurrieron por azar, sino gracias al esfuerzo y dedicación de quienes abrieron los caminos para las generaciones posteriores. Reconocer y aprender de estas figuras femeninas es esencial para evitar la repetición de errores y para valorar los logros conseguidos en las actuales áreas de investigación de nuestra institución.



Conclusiones


En nuestra institución la proporción de mujeres involucradas en el campo de la ciencia es alta (58%), aunque aún no alcanza la proporcionalidad de género existente en áreas asistenciales (64 a 81%). Las cualidades de las mujeres científicas referidas en la bibliografía se encuentran expresadas en las diferentes áreas de Investigación tanto del Hospital como de la Universidad. La experiencia acumulada en instituciones como la nuestra evidencia cómo las mujeres vienen logrado cambiar la dinámica de trabajo y liderazgo, adoptando enfoques más inclusivos y menos jerárquicos y generando una coexistencia entre el paradigma clásico de investigación en enfermedades (principalmente impulsado y financiado por el mercado) y el que se centraliza en la construcción de salud, con enfoque humanístico, sistémico y transversal (que es impulsado por otras motivaciones, como la valoración de lo común). Este último enfoque, menos antropocéntrico y más biocéntrico, empieza a posicionarse para dar respuesta a los acuerdos de salud internacional refrendados en la Agenda 2030 y parece requerir una perspectiva de cuidado, que culturalmente se expresa mayoritariamente en la mujer.

Sin embargo, a pesar de estos avances, las mujeres en la ciencia aún enfrentan varias barreras que limitan su desarrollo profesional. Los sesgos de género, tanto explícitos como implícitos, siguen siendo un obstáculo significativo, ya que las mujeres a menudo tienen menos oportunidades de financiación y visibilidad en publicaciones científicas. La doble carga de responsabilidades, especialmente en lo que respecta a las tareas de cuidado, es otro desafío importante, ya que muchas mujeres deben equilibrar su trabajo profesional con las responsabilidades domésticas, lo que limita el tiempo y la energía disponibles para dedicarse a la investigación. Además, la falta de redes de apoyo y mentoras es un factor clave que dificulta el progreso de las mujeres en la ciencia.

Es esencial que se promuevan políticas institucionales que fomenten una mayor equidad en la investigación científica, donde las mujeres no solo tengan acceso a los mismos recursos y oportunidades que los hombres, sino que fomenten espacios reflexivos para construir un “nuevo pacto social” en paz. No se trata de alcanzar la paridad en números sino en jerarquía de roles, y para esto se necesitan hombres capaces de deponer sus propios privilegios de género al observarlos espejados como condicionantes de la cultura. Solo así las mujeres podrán ocupar el lugar que les corresponde en la esfera pública y científica, no como participantes pasivas, sino como líderes y creadoras de conocimiento.

En conclusión, como sociedad debemos continuar cuestionando y desafiando los patrones tradicionales de representación y asegurar que las mujeres no solo sean invitadas a participar, sino también que tengan voz en la construcción del futuro científico global. El Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, por lo tanto, debe ser una ocasión para celebrar los logros de las mujeres en este campo y también para que ese día las instituciones instauren espacios de reflexión sobre las barreras que persisten, para que un sistema social evolucione gracias a los aportes de las cualidades de la mujer. Tal vez, gracias a lograr heterarquía, lleguemos a construir una ciencia que contribuya a la sostenibilidad de la vida en un mundo cada vez más definido por “lo artificial”.



Agradecimientos


Al Dr. Luis J. Catoggio por su predisposición en participar con su memoria a la construcción de la historia de las mujeres que participaron en la investigación del Hospital Italiano de Buenos Aires. A la Dra. Marcela Martínez, del Área de Gestión de la Información de la Secretaría de Investigación de la Universidad Hospital Italiano de Buenos Aires por contribuir al análisis descriptivo sobre la distribución por sexo de quienes investigan en nuestras instituciones.